34) MEMORICIDIO
Saqueo cultural de Latinoamérica (*)
Fernando Báez
“Desde la conquista, la rapiña de los tesoros de arte y la destrucción de escritos han causado un daño irreparable para la memoria de millones de seres. Barbaridades que la presente edad ha rechazado como fabulosas, porque parecen superiores a la perversidad humana; y jamás serían creídas por los críticos modernos, si constantes y repetidos documentos no testificasen estas infaustas verdades”.
Simón Bolívar. Carta de Jamaica, 1815
“Desde hace 500 años, América latina ha sido sometida al pillaje más despiadado de la historia: sus veintidós millones de kilómetros cuadrados han sufrido el expolio y la destrucción de la mayor parte de sus recursos. Por turnos, se han llevado y se siguen llevando el oro, la plata, el cobre, el carbón, el aluminio, el hierro, el gas y el petróleo.
“…..A partir del siglo XVI, Latinoamérica, que subsidió a las grandes potencias por turnos con la complicidad de clases dirigentes dóciles y corrompidas, ha sido una vasta fábrica de pobreza y de hambre: entre 1600 y 1800 sólo un dos por ciento de la población poseía la riqueza; para el 2005 hay quinientos cuarenta millones de habitantes, pero doscientos veintidós millones de pobres, de los que ochenta y ocho millones son indigentes. Cada año mueren doscientos mil niños de hambre. Hay ochenta por ciento de pobreza en los sectores indígenas. El diez por ciento de la población total vive con menos de un dólar al día.
La destrucción de América latina afectó también a los sectores culturales: la memoria histórica fue objeto de manipulación, fuego, robo y censura. El proceso fue lento y sistemático, feroz e implacable: hoy sabemos que el sesenta por ciento de toda la memoria escrita de la región desapareció. Un cincuenta por ciento por destrucción premeditada y un diez por ciento por desidia. Más de quinientas lenguas se extinguieron para siempre.
Acaso la destrucción de la memoria histórica latinoamericana comienza con el ataque de los conquistadores españoles en Tenochtitlán en 1521. Bernal Díaz del Castillo relata en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España: "Y cuando hubieron llegado a la casa del tesoro, llamada Teucalco, luego se sacan afuera todos los artefactos tejidos de pluma, tales como travesaños de pluma de quetzal, escudos finos, discos de oro, collares de los dioses, las lunetas de la nariz, hechas de oro, las grebas de oro, las ajorcas de oro, las diademas de oro. Inmediatamente fue desprendido de todos los escudos el oro lo mismo que de todas las insignias. Y luego hicieron una gran bola de oro, y dieron fuego, encendieron, prendieron llama a todo lo que restaba, por valioso que fuera: con lo cual todo ardió". Los frailes Fray Juan de Zumárraga y Diego de Landa se encargaron luego de hacer desaparecer el noventa por ciento de los códices mayas.
En 1532, Francisco Pizarro, un eminente conquistador analfabeto, sometió a Atahualpa y le pidió un rescate. Con ingenuidad, el Emperador de los Incas le entregó cientos de objetos que luego fueron fundidos en 6080 kilos de oro y 11872 kilos de plata. De esta forma se aniquilaron obras de arte valiosísimas. Posteriormente, las tropas españolas acudieron al Templo del Sol en Cuzco y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso y las esculturas de oro las fundieron sin misericordia.
Este memoricidio, cometido en la época del humanismo clásico, avalado por los mejores pensadores europeos, fue premeditado: los distintos proyectos imperiales transculturizaron por igual a indígenas y africanos para someterlos con una derrota total. Como bien se sabe, ningún imperio puede sostenerse sólo por la fuerza de las armas o de un modelo económico y político, se requiere la imposición de valores culturales y la práctica de la damnatio memoriae sobre los pueblos vencidos. Dado que la memoria es el vínculo más importante de la identidad nacional, es el primero en ser amenazado o atacado.
Entre el siglo XVI y el siglo XXI, bibliotecas, archivos, ediciones únicas, piezas de arte prehispánico o colonial y de la etapa modernista y surrealista fueron arrasados, olvidados o expoliados. Decenas de bibliotecarios y archivistas fueron asesinados desde México hasta Tierra del Fuego, lo que convierte a estos oficios en los oficios más riesgosos del continente después del relativo a los periodistas y sacerdotes. Durante las dictaduras de las décadas de los sesenta y ochenta, numerosas editoriales fueron víctimas de ataques violentos y miles de escritores fueron asesinados o exiliados. En los actuales momentos, están desapareciendo miles de libros del siglo XIX debido a la falta de presupuesto para su restauración y conservación. El cincuenta por ciento de las bibliotecas latinoamericanas soporta abandono y desidia, y lo mismo pasa con los archivos.
Otro grave problema heredado es el tráfico ilícito de obras de arte y de objetos arqueológicos: aumenta sin medida por la demanda de compradores inescrupulosos interesados en piezas fundamentales de las culturas precolombinas. Se tiene certeza de que el ochenta por ciento de los asentamientos arqueológicos de la península de Yucatán han sido saqueados. En su búsqueda, los saqueadores han destruido monumentos y tumbas en Ecuador, Colombia, México, Belice, Guatemala y Honduras. Cada asentamiento recuerda un paisaje lunar. En Amazonas, roban urnas amazónicas; en Costa Roca y Panamá trafican con águilas colgantes de oro. No hay un solo museo arqueológico que no haya sido robado. En el Museo Carlos Zevallos Menéndez de Guayaquil, una banda disimuló el robo de máscaras Tumaco-Tolita con un incendio en el edifico que arruinó cientos de obras. Los denominados huaqueros, en su afán por conseguir cerámicas del período Moche, Keros incas o remos labrados Chimú y Chincha, han provocado un saqueo total en Perú con el silencio de las autoridades.
“…..A partir del siglo XVI, Latinoamérica, que subsidió a las grandes potencias por turnos con la complicidad de clases dirigentes dóciles y corrompidas, ha sido una vasta fábrica de pobreza y de hambre: entre 1600 y 1800 sólo un dos por ciento de la población poseía la riqueza; para el 2005 hay quinientos cuarenta millones de habitantes, pero doscientos veintidós millones de pobres, de los que ochenta y ocho millones son indigentes. Cada año mueren doscientos mil niños de hambre. Hay ochenta por ciento de pobreza en los sectores indígenas. El diez por ciento de la población total vive con menos de un dólar al día.
La destrucción de América latina afectó también a los sectores culturales: la memoria histórica fue objeto de manipulación, fuego, robo y censura. El proceso fue lento y sistemático, feroz e implacable: hoy sabemos que el sesenta por ciento de toda la memoria escrita de la región desapareció. Un cincuenta por ciento por destrucción premeditada y un diez por ciento por desidia. Más de quinientas lenguas se extinguieron para siempre.
Acaso la destrucción de la memoria histórica latinoamericana comienza con el ataque de los conquistadores españoles en Tenochtitlán en 1521. Bernal Díaz del Castillo relata en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España: "Y cuando hubieron llegado a la casa del tesoro, llamada Teucalco, luego se sacan afuera todos los artefactos tejidos de pluma, tales como travesaños de pluma de quetzal, escudos finos, discos de oro, collares de los dioses, las lunetas de la nariz, hechas de oro, las grebas de oro, las ajorcas de oro, las diademas de oro. Inmediatamente fue desprendido de todos los escudos el oro lo mismo que de todas las insignias. Y luego hicieron una gran bola de oro, y dieron fuego, encendieron, prendieron llama a todo lo que restaba, por valioso que fuera: con lo cual todo ardió". Los frailes Fray Juan de Zumárraga y Diego de Landa se encargaron luego de hacer desaparecer el noventa por ciento de los códices mayas.
En 1532, Francisco Pizarro, un eminente conquistador analfabeto, sometió a Atahualpa y le pidió un rescate. Con ingenuidad, el Emperador de los Incas le entregó cientos de objetos que luego fueron fundidos en 6080 kilos de oro y 11872 kilos de plata. De esta forma se aniquilaron obras de arte valiosísimas. Posteriormente, las tropas españolas acudieron al Templo del Sol en Cuzco y arrasaron con todo lo que encontraron a su paso y las esculturas de oro las fundieron sin misericordia.
Este memoricidio, cometido en la época del humanismo clásico, avalado por los mejores pensadores europeos, fue premeditado: los distintos proyectos imperiales transculturizaron por igual a indígenas y africanos para someterlos con una derrota total. Como bien se sabe, ningún imperio puede sostenerse sólo por la fuerza de las armas o de un modelo económico y político, se requiere la imposición de valores culturales y la práctica de la damnatio memoriae sobre los pueblos vencidos. Dado que la memoria es el vínculo más importante de la identidad nacional, es el primero en ser amenazado o atacado.
Entre el siglo XVI y el siglo XXI, bibliotecas, archivos, ediciones únicas, piezas de arte prehispánico o colonial y de la etapa modernista y surrealista fueron arrasados, olvidados o expoliados. Decenas de bibliotecarios y archivistas fueron asesinados desde México hasta Tierra del Fuego, lo que convierte a estos oficios en los oficios más riesgosos del continente después del relativo a los periodistas y sacerdotes. Durante las dictaduras de las décadas de los sesenta y ochenta, numerosas editoriales fueron víctimas de ataques violentos y miles de escritores fueron asesinados o exiliados. En los actuales momentos, están desapareciendo miles de libros del siglo XIX debido a la falta de presupuesto para su restauración y conservación. El cincuenta por ciento de las bibliotecas latinoamericanas soporta abandono y desidia, y lo mismo pasa con los archivos.
Otro grave problema heredado es el tráfico ilícito de obras de arte y de objetos arqueológicos: aumenta sin medida por la demanda de compradores inescrupulosos interesados en piezas fundamentales de las culturas precolombinas. Se tiene certeza de que el ochenta por ciento de los asentamientos arqueológicos de la península de Yucatán han sido saqueados. En su búsqueda, los saqueadores han destruido monumentos y tumbas en Ecuador, Colombia, México, Belice, Guatemala y Honduras. Cada asentamiento recuerda un paisaje lunar. En Amazonas, roban urnas amazónicas; en Costa Roca y Panamá trafican con águilas colgantes de oro. No hay un solo museo arqueológico que no haya sido robado. En el Museo Carlos Zevallos Menéndez de Guayaquil, una banda disimuló el robo de máscaras Tumaco-Tolita con un incendio en el edifico que arruinó cientos de obras. Los denominados huaqueros, en su afán por conseguir cerámicas del período Moche, Keros incas o remos labrados Chimú y Chincha, han provocado un saqueo total en Perú con el silencio de las autoridades.
Esta es la realidad. Los historiadores resaltan con vergüenza la quema de libros en Alemania durante la época nazi, condenan la destrucción de la cultura de los bosnios a manos de los serbios, pero ignoran la quema de los códices aztecas a manos de religiosos cristianos españoles. Quiero manifestar aquí que cuando visité México en 2004 para asistir a la presentación de una edición de mi obra “Historia Universal de la Destrucción de los Libros”, intenté rastrear con mejores documentos la eliminación de los escritos mayas y fue bien poco lo que pude encontrar. Hay un silencio letal sobre este asunto, que a veces se traduce en un artículo emocional; jamás en un estudio detallado que compile todos los bienes culturales latinoamericanos desaparecidos o destruidos hasta la fecha.
En verdad, creo que a pesar de los esfuerzos evidentes por entender el pasado desde una perspectiva más plural, los latinoamericanos todavía sentimos vértigo a la hora de examinar nuestra historia”.
(*) Extractado del artículo publicado en diario La Nación: “Saqueo cultural de Latinoamérica” de Fernando Báez. Autor de “Historia Universal de la Destrucción de los Libros” -de las Tabillas Sumerias a la guerrra de Irak -(Editorial Sudamericana) Recomendados apasionadamente la lectura de este libro.
Otros datos del autor: este autor venezolano es un especilista en la historia del libro, y es considerado una autoridad mundial en la historia de las bibliotecas. Tras la invasión de EEUU, visitó Irak en con las comisiones que investigaban la destrucción de las bibliotecas y museos en esa nación. Hoy en día forma parte del Centro internacional de Estudios Árabes y asesora a distintos gobiernos sobre destrucción de bienes culturales.
Puedes visitar estas páginas http://www.fernandobaez.galeon.com y http://fernando-baez.blogspot.com en las cuales encontrarás distintos artículos y reportajes realizados a Fernando Báez. NO te los pierdas¡. Mail: baez.fernando@gmail.com
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