2006-04-02

37) BIBLIOTECAS INDIGENAS


Edgardo Civallero -licenciado en Bibliotecología y Documentación por la Universidad Nacional de Córdoba- está trabajando en diseñar un modelo de biblioteca bilingüe destinada a comunidades aborígenes, priorizando el papel de la palabra hablada registrada en cassettes. En el marco del proyecto “Bibliotecas Indígenas se desarrollan experiencias en Chaco, Formosa y Salta. Transcribimos aquí un artículo de su autoría y bajado de su blog http://bitacoradeunbibliotecario.blogspot.com Disfrutemos de su lectura:

“Biblioteca y fondos orales indígenas”


Introducción: La palabra hablada fue la primera herramienta de comunicación del ser humano, y, durante milenios, la única. A través de los sonidos y las reglas gramaticales de más de 5000 lenguas y dialectos, numerosas sociedades transmitieron a las generaciones posteriores una inmensa herencia compuesta por mitos, creencias, historias, costumbres, normas, tradiciones, relatos, recetas y técnicas, imprescindible acervo intangible que conformaba su patrimonio como pueblo y su identidad individual y grupal. Aún tras la aparición de la escritura –un fenómeno surgido simultáneamente en distintos puntos del planeta, con características y procesos evolutivos similares-, la tradición oral continuó siendo el medio más efectivo de transmisión de información entre aquellos que no podían acceder a la educación y a la formación especializada que requiere el uso de los códigos escritos. Incluso en nuestras modernas sociedades informatizadas del siglo XXI, muchos oficios tradicionales aún se transmiten de padres a hijos a través de esta vía. Ejemplo de ello son las técnicas de construcción de algunos instrumentos musicales folklóricos europeos, en riesgo de perderse por siempre ante la ausencia de una audiencia interesada en escucharlas de los labios de los últimos maestros cultores de la tradición. Sin embargo, y a pesar de la efectividad que ha demostrado tener en la transmisión de información a través de siglos de cambiante historia humana, la oralidad adolece de serios inconvenientes. El contenido informativo varía, de acuerdo a las cualidades del transmisor, a las expectativas del oyente y a las circunstancias –externas o internas- a través de las cuales atraviesa la cultura o la sociedad. Es altamente influenciable por las ideologías dominantes, como lo demuestran las drásticas variaciones de los mitos de creación exhibidas por algunas comunidades indígenas sudamericanas tras su contacto con misioneros cristianos. Y depende, en forma contundente, de la memoria del transmisor, de su fidelidad al relatar y del uso correcto de los códigos de transmisión, los cuales son, por lo general, lenguas minoritarias riquísimas en vocabulario, pero profundamente amenazadas por lo «idiomas de prestigio» nacionales. La oralidad se asocia, en la actualidad, a aquellos sectores que no han tenido la oportunidad de adquirir las destrezas de la lecto-escritura (alfabetización) en su idioma de origen, o que, siendo alfabetizados, no disponen de espacios u oportunidades para expresar por escrito su saber o sus experiencias. Las leyendas de las poblaciones indígenas o las costumbres rurales y urbanas dentro de la sociedad argentina actual son ejemplos válidos de este punto. Sin embargo, la riqueza de los contenidos expresados, el uso connotativo del lenguaje y los matices emocionales incluidos en esta tradición oral la dotan de ricas posibilidades para la educación, la socialización, la producción de saberes y la conformación de identidades. Entre las comunidades indígenas, este factor cobra una importancia enorme, debido a la ausencia general de alfabetización en las lenguas nacionales de prestigio y a la falta de normalización de códigos escritos para las lenguas nativas. Carentes, por lo general, de escuelas o de instituciones que recuperen, preserven y difundan su patrimonio cultural intangible, la tradición oral se ha convertido en una especie de último baluarte para la conservación de su memoria. Tras cinco siglos de conquista, dominación, exclusión y discriminación sistemáticas, sincretismo, aculturación y presión social, aún sobreviven, en territorio argentino, alrededor de medio millón de individuos que se reconocen indígenas, pertenecientes a más de doce grupos étnicos distintos, claramente definidos. Su cultura es parte de la cultura nacional, una nación que se muestra reacia – en la práctica- a reconocerse multicultural, aunque sus leyes intenten reflejar lo contrario.
La lucha por una educación y una formación adecuadas a su realidad y a su idiosincracia ha sido un punto clave entre los reclamos de los movimientos indigenistas surgidos recientemente. Empero, poco se ha hecho al respecto para dar una respuesta a estas necesidades. Mientras tanto, entre tanta negligencia y tanto silencio oficial y académico, los ancianos continúan muriendo, llevándose consigo bibliotecas completas llenas de conocimiento que jamás podrá ser recuperado. El fruto de siglos de experiencia se esfuma, así, sin contemplar intentos por salvaguardarlo. Presionados por un sistema que los considera señal de atraso o subdesarrollo, los jóvenes indígenas terminan, por su parte, negando su identidad, sus raíces y sus vínculos con el mundo nativo, abandonando sus tradiciones en el afán de insertarse en una sociedad que, de todas formas, no les abre las puertas y los relega a sus estratos más bajos y marginales.
2. La biblioteca, gestora de la memoria humana, cualquiera sea su forma de trabajo- debe abandonar su mutismo y su torre de marfil profesional y tomar posiciones del lado de estos usuarios potenciales, que tanto necesitan de sus técnicas y su preparación profesional. Una preparación forjada tras milenios de trabajo en el área, que, correctamente aplicada, puede proporcionar apoyo y favorable ventaja a poblaciones contínuamente olvidadas.

Una propuesta desde la bibliotecología. Si bien el paradigma bibliotecario se ha centrado, adicionalmente, en el libro o el material escrito como base de la colección y del servicio, los materiales audiovisuales ciertamente no han sido olvidados. De hecho, las bibliotecas y los fondos orales han existido siempre (desde el nacimiento de sus soportes tecnológicos) si bien con planteamientos y funciones complementarios a los de la biblioteca. Reorientar estas funciones, y centrar el paradigma en el material sonoro, puede conducir a la creación de bibliotecas sonoras u orales, que permitirían –desde perspectivas solidarias e interculturales- generar fondos de cultura oral puntualmente diseñados para satisfacer las necesidades de usuarios aborígenes. Partiendo desde un marco de trabajo interdisciplinar –que incluiría antropología, sociología, ciencias de la educación, derecho, lingüística e historia- y siguiendo metodologías de investigación-acción que comprendan el estudio como una relación dialéctica entre trabajo de campo y desarrollo teórico, en labor conjunta con la comunidad y en técnicas de estudio y análisis más cualitativas que cuantitativas, la biblioteca puede desarrollar secciones y servicios de atención a estas necesidades. Una miríada de recomendaciones internacionales (entre las que se destacan las de la UNESCO sobre diversidad y patrimonio cultural, tesoros humanos vivos, cultura tradicional y popular y bibliotecas públicas) y los llamados de medio centenar de organismos que abogan por los derechos indígenas y por la protección de lenguas minoritarias amenazadas, apoyan esta propuesta, que cuenta con antecedentes exitosos en distintos puntos del planeta, desde Mauritania a Estados Unidos. El trabajo interdisciplinario puede aportar técnicas de muestreo, grabación y de-grabación de fondos orales, y traducción de los mismos.
Desde la bibliotecología, debería contemplarse la revisión de las normas de clasificación y catalogación, de forma que las mismas permitan una organización pertinente de la colección, de acuerdo al punto de vista indígena.
Las categorías de análisis occidentales no se ajustan, decididamente, a aquellas indígenas. Basta el ejemplo de las diferencias entre mito, literatura y religión, muy marcadas en la cultura euro-americana y muy difusas en pueblos
indígenas. Asimismo, debería considerarse la introducción de términos apropiados en tesauros e índices, vocablos que reflejen en forma coherente la realidad y las cosmovisiones nativas.
Conclusiones. Desde el proyecto «Bibliotecas Aborígenes» se han realizado experiencias exitosas en este aspecto dentro de unidades-piloto emplazadas en comunidades qom y moqoit de la provincia del Chaco. La difusión de estos fondos orales, a través de servicios de bibliotecas móviles dispuestos en escuelas
con población aborigen, ha demostrado, sin ligar a dudas, su utilidad y sus efectos beneficiosos en áreas como comprensión intercultural o reconocimiento / aceptación de la propia identidad indígena. Desde las tempranas experiencias en la antigua Mesopotamia, la biblioteca –como institución- se ha concentrado en conservar la memoria de las distintas civilizaciones que han poblado el planeta a lo largo de su historia. Quizás deslumbrados por los adelantos tecnológicos, confundidos por las ideologías dominantes o por las influencias de ciertas élites económicas o intelectuales… o quizás muy cómodos en sus nuevos puestos en la globalizada “Sociedad de la Información”, muchos bibliotecarios (y también otros gestores de la cultura humana) han olvidado o perdido por completo su vocación de servicio. De eso se trataba, precisamente, la profesión. Pero siempre existen caminos para recuperar los antiguos objetivos y las antiguas motivaciones. Este informe no pretende más que recordarlos y avivar la llama que se encendió, en el amanecer de los tiempos, en las manos de algún ignoto bibliotecario sumerio".

Datos del autor: Edgardo Civallero. Licenciado en Bibliotecología y Documentación, investigador Universidad Nacional de Córdoba. Se desempeña como docente libre y como investigador. Su trabajo se centra en las nuevas corrientes de pensamiento progresista en bibliotecología, y en su aplicación a los casos de comunidades carenciadas, especialmente rurales y aborígenes. Actualmente desarrolla el proyecto «Bibliotecas aborígenes» y continúa su formación en Antropología.
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http://bitacoradeunbibliotecario.blogspot.com edgardocivallero@gmail.com ; edgardo_civallero@yahoo.com.ar