1998-09-15

20) A PESAR DEL ESPANTO....

Textos de Juan Gelman,
publicadas como "Notas al pie" en Revista Ñ, el 09/10/04

De El dolor original”.
Cuna del dolor original
La poesía nace de la ruptura brutal que produce la primera palabra, ésa que hiere al infante desde afuera y convierte a su cuna en cuna del dolor original. Por eso la palabra del poema va hacia el recién nacer, hacia el antes de todo, hacia antes del Poder. Es la palabra mas cercana al silencio del mundo. El ruiseñor de Teófilo canta en esa palabra, que es la forma mas pura del dolor.

De “Condiciones”.
La poesía desarma los jamases del mundo.
La poesía está cargada de más vida. No busca el milagro, busca la materia que lo hace. La poesía desarma los jamases del mundo.
La poesía crea otra memoria, en la que el sueño de la realidad se rehace como sueño de la escritura.
La poesía nunca falta a la cita con sus pérdidas. Inventa el pasado que va a ocurrir.

De Poesías y desastres”
Un movimiento hacia el otro
“Padecemos un tiempo anterior al sueño posible, a la humanidad posible, a su fulgor posible. Y sin embargo, la poesía continúa. Ninguna catástrofe natural o provocada por el hombre ha podido cortar el hilo de la poesía. A pesar del espanto, la poesía permanece, sortea sus agujeros, el horror que no se puede nombrar. El ser humano crea lenguas y hace cosas que ellas no pueden nombrar. El ser humano está dentro y fuera de la lengua.
En nuestro Sur la poesía padeció el genocidio, tuvo que atravesarlo y no salió indemne, pero sí más rica. La poesía es un movimiento hacia el otro, buscar ocupar un espacio que en el Otro existe aunque no lo sepa. Hace que la lengua hable aún herida de ayer.” Juan Gelman

"LA EXISTENCIA DE LA POESIA

RESISTE EL ENVILECIMIENTO DE LO HUMANO"

Juan Gelman. Palabras de agradecimiento pronunciadas por el poeta al recibir el premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (octubre 2005). :"”En tiempos tan mezquinos como los actuales, en los que la voluntad de justicia cuesta caro, la poesía sigue viva, es tirar contra la muerte; su mera existencia resiste el envilecimiento de lo humano.
La poesía habla al ser humano no como un ser hecho, sino por hacer, le descubre espacios interiores que ignoraba tener y que por eso no tenía. Va a la realidad y la devuelve otra. Espera el milagro, pero sobre todo busca la materia que lo hace. Nombre lo que la espera oculta en el fondo de los tiempos y es memoria de lo no sucedido todavía. Ella acepta el espesor de la tragedia humana, pero no obedece al principio de realidad sino al orden del deseo. Choca contra los límites de la lengua y va más allá en el intento de responder al llamado de un amor que no cesa. Es un movimiento hacia el Otro, pasa de su misterio de todos y les ofrece rostros que duran la eternidad de un resplandor. Corrige la fealdad, es ajena al cálculo y da cobijo en sus tiendas de fuego. Se instala en la lengua como cuerpo y no la deja dormir.
La lengua es la patria de muchas patrias, la infancia, el hogar, una manera de ver el mundo, de hablar con él, y es una dicha grande para mi haber nacido en castellano
“Claro y límpido raudal es la lengua que yo adoro, la lengua de versos de oro y de vibración marcial. Es dúctil como el metal y rica como el tesoro que dejó Boabdil el Moro allá en su Alhambra oriental2. Bien quisiera haber escrito yo estos versos del poeta argentino Leopoldo Díaz Vélez. El castellano es una lengua en estado germinal. Los indígenas de Guatemala, o de Chiapas, para bregar contra un racismo ominoso, abandonaron su encierro de cinco siglos en el maya, el quiché, el tzotzil, frágil defensa contra el conquistador de ayer y el de hoy, y su irrupción en el castellano “blanco” trae expresiones y giros sintácticos que ensanchan su latitud. Nuestra lengua crece y crece. La palabra es moneda que corre de mano en mano, decía Mallarmé, y cada año le agrega su calor, construye sus errancias.
Paul Valery afirmó que un poema no se termina, se abandona, y de esto se hizo eco Octavio Paz. Creo lo contrario: el poema abandona al poeta ene el desierto de su deseo no saciado. La escritura del poema exige la abolición del mundo. El poeta se metamorfosea entonces y, como Odiseo, entra al poema disfrazado de mendigo. En realidad, mendiga el nombre de lo que no tiene nombre todavía, el “aquello” de San Juan. La palabra es el timón del universo, advirtió Filón. Y hay tanto mundo que la palabra no navega todavía, por eso es frágil la condición de los poetas, no encuentran sostén en su obra, todo poema se convierte en pasado una vez escrito y sólo deja una sed de lo que va a venir. Pero, como dijo don Alonso, “día vendrá donde veas por vista de ojos cuán honroso es andar en este ejercicio”.
Premiar el mester de poesía, esa Cenicienta de la literatura que apenas ocupa rinconcitos de los catálogos de las grandes editoriales, en un acto casi heroico. Va a contramano de estos tiempos y a favor de la historia. La poesía viene los siglos y ninguna catástrofe natural o de mano de hombres ha podido cortar su hilo poderoso. Es un hilo que nos une a todos y sólo se acabará cuando se acabe el mundo."